Lo
tome prestado de alguien que lo tomo prestado! Si alguien sabe quien lo
escribió me gustaría que me lo hicieran saber. Gracias!
Por qué tomamos fotografías?
Para ayudar a la memoria y romper el tiempo. Para contar historias,
nuestras historias. Para detener los segundos y nunca estar viejos. Para
que nos recuerden cuando no estemos, o no seamos los mismos. Tomamos
fotografías porque queremos trascender y vivir los mejores momentos por
siempre. Queremos romper las leyes de la física, queremos aumentar el
color, queremos ampliar el blanco y el negro, queremos desenfocarnos
para enfocarnos.
Queremos usar filtros que deterioran la
imagen, queremos que lo nuevo se vea viejo y lo viejo se vea nuevo.
Queremos compartir con nuestra familia y amigos aquellos viajes a los
que no fueron invitados, o las fotos de la fiesta a la que si fueron
invitados. Queremos subir fotos en Twitter, en Facebook, en Instagram,
en Flickr y en cuanta cosa inventen. Para ser las estrellas de rock en
nuestras 15 fotografías de fama. Queremos compartir con el mundo lo que
nuestros ojos ven.
Pero en este maravilloso proceso nos
olvidamos de vivir el momento. Nos ocupamos más del recuerdo que
perdurará en nuestros computadores o redes sociales, que el recuerdo que
se creará en nuestra mente. No vivimos lo que vivimos, lo
fotografiamos.
Vamos a un concierto y lo primero que sacamos es
el teléfono, somos los zombies que se alimentan de imágenes que serán
descargadas o subidas, pero raramente vistas. Es la inmediatez de la
ultima foto que perdura en nuestras retinas pocos segundos. Y esto solo
si tenemos la mínima organización de bajar, ver y subir la foto.
Millones de veces, en todos los rincones del mundo, en miles de tarjetas
de memoria, ocurre el absurdo acto de: bajo las fotos al cementerio del
disco duro, no las miro, no las ordeno, no vivo el recuerdo de aquello
que no viví por tomar fotos que alimentan de color a los silenciosos
gigabytes del olvido.
RAW, JPG, Canon, Nikon, DSLR, megapixeles nos
invaden la cabeza y nos creemos los mejores fotógrafos del universo
porque tenemos (o queremos tener) la “mejor” cámara del mundo.
Pero lo que importa no es con que tomamos una fotografía, es la pasión y
creatividad que ponemos al disparar lo que cuenta. No es la cámara, es
el fotógrafo. Pero vamos más allá: si el fotógrafo es bueno, pero se
encuentra enfermo de fotolocotomofilia, no vale de nada. Alguien que no
vive antes de tomar una foto, nunca será el mejor fotógrafo del mundo.
Hay que detenerse y preguntarse: ¿Por qué tomamos fotografías?, es el
inicio, es el momento. Puedes responder en los comentarios de este post y
comenzar el cambio. Antes de ahogarnos en la era de la iPhoneografía.
Luego tenemos que crear nuestro código a lo Dexter y apegarnos al
mismo. Hay que vencer a nuestro pasajero oscuro que quiere tomar 10.000
fotos en una semana.
Tenemos que tener claro cuántas fotografías
podemos ordenar y procesar por día. Si podemos hacerlo con 100 fotos,
eso es el máximo que deberíamos tomar.
Hay que decidirse por un programa para administrar fotos: iPhoto y Picassa van bien.
Hay que definir un sistema de almacenamiento local, y otro en Internet.
Google+, Facebook o Flickr funcionan muy bien para esto.
Hay
que crear un sistema de trabajo: bajar las fotos, abrir el programa de
organización de fotos, seleccionar las mejores, editar las mejores,
colocar el sitio en que fueron tomadas, subirlas a Internet, enviarlas
por correo a la familia, imprimirlas.
De un viaje o evento especial hay que seleccionar fotos por día.
Hay que imprimir fotos de cada momento especial de tu vida.
Hay que borrar las fotos repetidas, o las malas, o las desenfocadas (si estas en la etapa enfocada de tu vida).
Cada año selecciona tu mejor foto y envíala a los concursos de fotografía.
No tomes fotos en conciertos. O toma 18 fotos y ya. Tienes que vivir la
música y disfrutar que está en vivo. No tomes videos malos, y mediocres
que nunca más vas a volver a ver en toda tu vida.
Cuando
llegue al mundo tu hijo, tómale una foto, la primera, luego dale la
cámara a algún primo enfermo de las fotos, y disfruta el momento. No
todos los días llega al mundo alguien que te acompañará hasta tu muerte.
Compra una cámara que no pese mucho. Si eres un fotógrafo profesional o
que se cree profesional compra dos cámaras, la Canon cara y pesada, y
luego otra liviana y sin espejo, y sin un sensor Full Frame, pero que
sea buena. Hay toda una generación de cámaras así naciendo en este
momento (Olympus OMD, Sony NEX-7, Fujifilm X-Pro 1).
Busca a
tus mejores amigos, viaja con ellos a un sitio, tómense una foto, una
sola allí. Luego cada año repite lo mismo, que la fotografía sea una
excusa para el viaje y la experiencia de compartir con ellos.
Dale un espacio a la fotografía en tu vida, pero no un espacio a la vida en tu fotografía.
Es cosa de detenernos a reflexionar un poco, de apagar los teléfonos,
de vivir algunos días como si estuviéramos en el cine. ¿Quién toma fotos
en el cine? Tenemos que hacer primero la película de nuestras
experiencias en este mundo, en nuestros recuerdos, disfrutar hasta el
tuétano de los momentos, y luego que el momento que vivimos nos
embriague, incluir en ese disfrute mágico, ese click que a veces
entorpece y que con un poco de inteligencia podría sumar un recuerdo o
una imagen memorable.
Hay que relajarse, no todo se puede fotografiar.
Sergio Larrain o qué es la fotografía
Hace ya un tiempo
Sergio Larrain,
genial fotógrafo de la agencia Magnum, decidió escribir una carta a su
sobrino Sebastián Donoso que, por aquel entonces (1982), estaba
intentando dar sus primeros pasos en el mundo de la fotografía. Os
transcribo la carta porque considero que es un buen reflejo de qué es o
cómo veo yo la fotografía. Espero que os pueda ser útil.
“Miércoles. Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le
guste, la que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con
el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos y el instrumento es clave
para el que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada
más. Segundo, tener una ampliadora a su gusto, la más rica y simple
posible (en 35 mm. la más chica que fabrica LEITZ es la mejor, te dura
para toda la vida).
El juego es partir a la aventura, como un
velero, soltar velas. Ir a Valparaiso, o a Chiloé, por las calles todo
el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno
está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar
un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar también, y
mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto,
DEJARSE LLEVAR por el gusto, mucho ir de una parte a otra, por donde te
vaya tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo
imágenes, como apariciones las tomas.
Luego que has vuelto a la
casa, revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos los
peces, y los pones con su scotch al muro, los copias en hojitas tamaño
postal y los miras. Después empiezas a jugar con las L, a buscar cortes,
a encuadrar, y vas aprendiendo composición, geometría. Van encuadrando
perfecto con las L y amplias lo que has encuadrado y lo dejas en la
pared. Así vas mirando, para ir viendo. Cuando se te hace seguro que una
foto es mala, al canasto al tiro. La mejor las subes un poco más alto
en la pared, al final guardas las buenas y nada más (guardar lo mediocre
te estanca en lo mediocre). En el tope nada más lo que se guarda, todo
lo demás se bota, porque uno carga en la psiquis todo lo que retiene.
Luego
haces gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te preocupas más.
Empiezas a mirar el trabajo de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en
todo lo que encuentres: libros, revistas, etc. y sacas lo mejor, y si
puedes recortar, sacas lo bueno y lo vas pegando en la pared al lado de
lo tuyo, y si no puedes recortar, abres el libro o las revistas en las
páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto en exposición. Luego lo
dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora mucho en ver, pero
poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es bueno y
la profundidad de cada cosa.
Sigues viviendo tranquilo, dibujas
un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos, por que
se pierde la poesía, la vida que ello tiene se enferma, es como forzar
el amor o la amistad, no se puede. Cuando te vuelva a nacer, puede
partir en otro viaje, otro vagabundeo: a Puerto Aguirre, puedes bajar el
Baker a caballo hasta los ventisqueros desde Aysén; Valparaiso siempre
es una maravilla, es perderse en la magia, perderse unos días dándose
vueltas por los cerros y calles y durmiendo en el saco de dormir en
algún lado en la noche, y muy metido en la realidad, como nadando bajo
el agua, que nada te distrae, nada convencional. Te dejas llevar por las
alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto de mirar,
canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más
cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la
máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa.
Aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc.
aprendes a jugar con la máquina y sus posibilidades, y vas juntando
poesía (lo tuyo y lo de otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno
de los otros. Hazte una colección de cosas óptimas, un museito en una
carpeta.
Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a
tu gusto, tu eres la vida y la vida es la que se escoge. Lo que no te
guste a ti, no lo veas, no sirve. Tu eres el único criterio, pero ve de
todos los demás. Vas aprendiendo, cuando tengas una foto realmente
buena, las amplias, haces una pequeña exposición o un librito, lo mandas
a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas
de lo que son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. Hacer
una exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás
que se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno,
hace bien, es sano para todos y a ti te hace bien porque te va
chequeando.
Bueno, con esto tienes para comenzar. Es mucho
vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier parte. Es un
andar solo por el universo. Uno nuevamente empieza a mirar, el mundo
convencional te pone un biombo, hay que salir de él durante el período
de fotografía.”
Genial...me ha encantado el artículo entero, carta incluída... Una buena pregunta la de por qué hacemos fotos... yo todavía estoy intentando contestarla. He llegado aquí porque hoy he revelado mi primer carrete de fotos, y me ha dado por buscar algo sobre fotografía analógica... y así he aparecido en tu blog.
ResponderEliminarSaludos!